miércoles, 17 de octubre de 2007

Nunca ganamos medallas

Son de barrio. De la época en que mamá nos untaba gel en los disparatados cabellos, la misma de los pantalones cortos, cuando nos raspábamos las rodillas al caer, mientras corríamos. Quienes nos mudamos de la niñez, para ser adultos, sacamos del baúl de los recuerdos, aquellos juegos (ahora los llaman tradicionales) que nos regalaron risas y llanto, triunfos y derrotas, alegrías y tristezas, y que hoy están en peligro de extinción.
Es cierto, nunca ganamos medallas que podamos lucir, pero rescatar a estos juegos de la prisión del olvido es la intención de quienes en un pedacito de nuestra infancia vivimos alejados de la tecnología, de los juegos por computadora, del play station, estos que nuestros hijos ahora disfrutan.
Curiosamente, en la semana que enseñaba a mi hijo jugar trompo, conocí a David Cienfuegos Adrianzén. Pueda que sea un loco moderno, pero es profesor de Educación Física en el Centro Educativo de Aplicación de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Me cuenta que una mañana hace siete años despertó –quizás después de haber soñado ser niño- con la idea de convertir al juego del trompo, rayuela, yackses, canicas, tres en raya, ampay, mata gente, salta soga, y otros, en competencias inter escolares, donde los niños de hoy remeden a los niños de ayer, que ahora son papá y mamá.
Que esta propuesta se extienda por los colegios lambayecanos para luego convertirla en una competencia nacional, es un sueño truncado del profe David, pues el Ministerio de Educación aún no le da el visto bueno; sin embargo, confía que antes de irse de este mundo, lo logrará. Nos sumamos a este sueño. Fuerza loco...

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