viernes, 26 de octubre de 2007

Le ayudaré a no odiarme

Muero de rabia. Me trata como si fuera un huevón más. Escucho a sus dizque amigas reírse porque corto y vuelvo a llamarla al celular. Y aunque me desnudó como un estúpido al contarlo no puedo detener mis dedos y contagiar estas letras de bronca, de impotencia, de mierda.
Dejo el auricular y de pronto vuelvo a tomarlo para llamarla. Trato de contenerme pero caigo vencido en mi estupidez. Hablo con ella y con sutileza me dice que soy un idiota, que yo decidí poner tierra entre nosotros (como dirían unos locos españoles) y que si yo decidí (otra vez) coger mi vida y amasarla, ella también podría. Incluso me confiesa alegremente que tiene planeado salir con chicos y que no debería reclamarle nada, aunque no lo hice con palabras, pero sí con un silencio dolido.
Debemos ser equitativos me dice. Y aunque posiblemente la rabia la rabia me ayuda a escribir, siento que en un momento clave no hubo equidad. Quizás el punto de quiebre fue el cagarnos de miedo y ocultar nuestras cabezas como cobardes avestruces, decirle “NO” a la vida que parimos en un amor que ahora me hace escribir inmerso en la mierda de oírla decirme entre líneas que soy un cojudo.
La rabia también me empujó a pedirle que no me llamara cuando regrese a esta tierra. Y aceptó cuando en otras ocasiones no hubiese dicho eso y si cometía tremenda burrada, ella me corregía con palabras dulces, esas que ahora saben agrio.
Ella planeaba comunicarse conmigo para charlar, pero no más. Le ayudaré a no odiarnos, pero sí alejarnos, a decir NO cuando queremos decir SI, a amar a otro cuando nos amamos en medio de un amor que empieza a desvanecerse.
La promesa de amor eterno posiblemente no se cumpla. Y quizás este texto sea parte de una charla que ahora me niego a imaginar al igual que ella, a quien veo -entre mis ojos cerrados- charlando con las amigas que se burlan de mí por llamarla al celular y presentarme como un honorable estúpido. Agggggg, cdsm... ¡Espera chotano, me falta sólo un párrafo para la nota!... de regreso a la chamba...

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