lunes, 17 de marzo de 2008

NO ADMITIDO

No puedes dejar de sonreír si te posas frente a la cámara de un gráfico de diario o de portal web que además de apellidos compuestos y acomodados, aspira a capturar rostros bonitos, que no espanten. No importa si te toman de sorpresa, o espontáneamente te prestas a que el flash reviente sobre ti. Lo importante es salir bien. Y si no eres fotogénico, aléjate, no te acerques a los gráficos, porque sin quererlo serás el punto de atención de tus amigos, pero con comentarios jodidos, hirientes, que maltratan tu vulnerada reputación. En este escenario, no hay blindaje que sirva.
¡Asu, ves la nariz de Pepe!, ¡Qué tal panza la del Chicho!, ¡Ay hija, a la Maricucha se le cayeron las tetas, pobre de su marido!, ¡Escándalo, Paola usó la misma ropa que la última vez!, ¡Coco llegó con su nieta, ¿o es su nueva conquista?!, ¡Un cholo en sociales. Ahhhhh!, y muchas frases de este calibre se dejan oír si es que estos son lectores de diarios fichos, con nivel A-1, como la conserva de atún.
Para llegar a este cuadro se hace de todo. Las chicas, menean sus caderas y lucen prendas diminutas y provocadoras para atraer la mirada del gráfico; mientras los chicos, se acomodan al lado de las damas para no ser excluidos del retrato que saldría en la página más vista del diario, superando de largo a los accidentes mortales en la sección policiales, las opiniones políticas de una sarta de fanfarrones, y los show de nuestra descolorida farándula.
Escribo este post porque coincidí en el camino de las decepciones con un compañero de trabajo. Don Abelito limpia las oficinas del diario donde trabajamos desde las 5:00 de la mañana. Hace no mucho me contó que le había pedido al encargado de seleccionar los apellidos pitucos que rompiera las reglas e incluyera el nombre de su hijo, su esposa y sobrina, que en desmérito de aquel tipo, pagaban la pena de apellidarse Estela, Chanamé y Chapoñán. Pero el muy baboso, no lo hizo, y don Abelito se quedó sin cumplir con una promesa, pues le dijo a su hijo que haría el esfuerzo porque aquella gráfica se publicara.
Yo, por mi parte, quería que mi hijo saliera en la página, retratado en su primer día de colegio. La historia se repitió. Descubrí que mi apellido, como el de don Abelito y sus familiares, no merecían ser incluido en la leyenda de una foto de sociales, porque donde trabajo sólo consignan mi identificación en las notas que escribo, para librarse de toda responsabilidad y chantarme todo el chongo a mí, en caso lo hubiese.
Manu, mi hijo, no apareció en la página de sociales del diario donde trabaja su papi, porque al expediente de solicitud (mismo banco) le plantaron el sello de “NO ADMITIDO”.
Con don Abelito cambiamos la ruta y giramos hacia otros diarios, que en teoría son competencia, pero en la práctica, son solidarios con quienes somos desamparados en el afán de querer ser retratados, a fin de alimentar los buenos recuerdos. Nuestras fotos se publicaron a blanco y negro en una página libre, donde el apellido no importa, y alejados del descolorido diario que aún nos acoge como trabajadores choteados.

sábado, 15 de marzo de 2008

No fue lo mejor

¡Puta mare Miguel, envía las fotos carajo!, le decía al gráfico por teléfono, cuando restaba menos de media hora para poder tomar el último bus que me llevaría a una comisión importante.¡Ok, gordo, estoy llegando a Chongoyape para enviarlas desde una cabina de internet!, me respondió con una voz cansada porque había caminado varios kilómetros para poder fotografiar los restos de un helicóptero que cayó y a los cuerpos de la tripulación que viajaba en esa nave.
En el lugar del accidente no había ningún punto de internet que haya facilitado al flaco enviarme las fotos rápido. En las montañas no encontró una cabina de internet. Tenía que caminar tres horas y otras tres en auto. Los minutos pasaban. Y cuando traté de ver la luna por la vemntana de la redacción para consolarme y no desesperarme, la inoportuna lluvia terminó de arruinarme el día, y el siguiente también. El chapuzón cubrió la luna y liquidó toda esperanza de viajar.
El reloj marcaba diez minutos después de la hora que debía viajar hacia aquella comisión. Y yo, continuaba esperando las fotos de Miguel con quien perdimos comunicación. De pronto, las fotos aparecieron en la bandeja de entrada. Las seleccionado y listo. Para entonces, tenía de retraso media hora. Sin embargo tomé el primer taxi que se cruzó frente a mi luego de salir corriendo del diario.Al llegar al lugar donde me esperaría el bus, este no se encontraba.
La lluvia continuaba y lloraba conmigo porque perdí lo que debía ser imperdible. Caminé bajo la lluvia. Por la ranura de la planta del zapato se filtraba el agua que seducía a mis medias y aceleraba un resfriado. Por fuera, la camisa y el pantalón se ceñían a mi cuerpo, empujados por el agua que caía con fuerza. Mientras me alejaba del terminal, un amigo a quien encontré en una esquina de barrio, me dijo: kizá fue lo mejor... No es verdad.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Encontré a la virgen


Después de verla por primera vez, la encontré en una combi, donde la miré con disimulo. Hace poco, la volví a ver sujetando un micrófono de un canal de tv, y recordé que ella me confesó que estudiaba periodismo. Retrocedí en el tiempo y la vi vestida de Virgen María en una escenificación por Semana Santa. Busqué en mi archivo en el diario y encontré en la carpeta del 7 de abril del 2007, el texto que ahora les presento, porque fue uno de los que pese a ser el autor, me conmovió por el realismo con que jóvenes actores presentaron las últimas horas de Jesús ante los ojos de los católicos.


VALIENTE CAMINO A LA CRUZ

· Sencillamente exquisita fue la puesta en escena de los minutos previos a la muerte del Mesías por 120 actores de la comunidad juvenil cristiana de Reque. Provocaron sentimientos encontrados, que coincidían en las lágrimas de los cientos de feligreses que participaron. Las familias recanas postergaron las tradicionales películas de semana santa por ver a los protagonistas locales. El profesionalismo de los jóvenes actores dejó sorprendido a más de uno.

Antonio Bazán Chero. Chiclayo

Me permito escribir en primera persona para confesarles que estoy temblando. Acabo de regresar de Reque donde las calles del distrito calcaron las calles de Jerusalén en un episodio que azotó a los católicos. Vi a un hombre delgado maltrecho, de barbas largas, pero con una mirada llena de fe. No es un invento, juro que tengo el cuerpo escarapelado, y los ojos llorosos, como muchos que compartieron conmigo la mañana del viernes santo.
De niño me dijeron que un hombre con estas características se llamó hace mucho tiempo Jesús y murió por decirle al mundo que era hijo de Dios. Aquel hombre que observé en Reque era el Mesías parido en Nazareth, interpretado por el actor Víctor Caro Aquino, envuelto en cadenas y sacudido por soldados romanos. “Vitucho” estudia electrotecnia y le apasiona el teatro, así como los 120 actores recanos que conforman la comunidad juvenil cristiana del distrito, y que ayer exhibieron su delicioso arte.
Luego de esquivar la multitud, ingresé a la parroquia San Martín de Thours. Entre los murmullos oí que a la medianoche, Judas, discípulo de Jesús, lo traicionó entregándolo a los sacerdotes, besándole en la mejilla. Me camuflé entre la muchedumbre y noté cómo el Consejo Supremo de judíos encabezado por el sumo sacerdote Caifás juzgaba al Mesías.
Al tiempo que los romanos lo arrojaban al piso para azotarlo con látigos de púas, los sacerdotes en el Sanedrín (tribunal) llamaban a Cristo, insolente y miserable, por decirles que nació para salvar al mundo, incluso a ellos, que perdían autoridad ante la población. ¡Hey, esperen!, les decía a los verdugos del salvador, pero mi voz se perdía entre el grito de aquellos que exigían la muerte de Jesús. Sin ser azotado, sufría, en verdad me dolía. Oír el sonido provocado por las patadas y latigazos era estremecedor.
Me preguntaba si era justo que lo sentenciaran por blasfemo y lo enviaran al procurador romano Poncio Pilatos para que ordenara su crucifixión. Me resistía como Óscar Martínez que interpretaba a Pilatos, a sentenciarlo. Me negaba a verle doblar sus rodillas, porque él nos salvaría. Porque resucitar a Lázaro, convertir el agua en vino durante las bodas de Cana o reproducir en miles, un pan y un pez, no era pecado, eran milagros.
Judas se ahorcó como un cobarde, huyendo de la vida eterna que Cristo le ofreció y que no aceptó por recibir diez frías monedas de plata.
Aunque era capaz de mostrar su poder ante Pilatos y los fariseos, Jesús cayó. Mantuvo oculto a su ejército divino que fácilmente lo hubiera liberado, incluso cuando compareció frente a Herodes, pues Pilatos lo envió ante él por ser de Galilea.
Debo confesar que me ahogue en la impotencia, cuando Pilatos se lavó las manos, mandó a crucificar a Jesús y liberó a Barrabás. Este era un pedacito del sentimiento de todos quienes vimos el sacrificio del Nazareno.
Antes de ser llevado a la cruz, el salvador fue azotado por los implacables soldados romanos. Su sangre salpicó a los periodistas que cubríamos la escenificación, y veíamos indignados un acto saturado de injusticia. Gritaba como hombre, pese a ser Dios. No clamaba ser liberado, porque prefirió entregarnos una lección de valentía, enseñarnos que la fuerza de nuestra fe nos lleva a la cruz para saltar a la felicidad.
Las gotas de sangre que se deslizaban por su rostro, eran producto de las heridas que dejó la corona de espinas que sus verdugos, parodiando ser sus súbditos, le colocaron sobre la cabeza. A María, la madre de Jesús, le atravesaban el corazón con una espada, y lo confirmó su intérprete Angélica María Castañeda Barbarán al decirlo de rodillas ante el Mesías que empezaba a cargar la cruz. La cara de la virgen dibujaba su dolor, su voz dejaba oír la pena por perder a su hijo, y sus palabras una imperdible enseñanza de sacrificio.
La interpretación de Angélica María fue estupenda, cuando vestida de virgen, entregó a su hijo. No dudo que sus palabras fueron las que utilizó la mujer que parió a Cristo al verlo soportando el peso del madero. No dudo que las lágrimas de la actriz fueron las que María derramó al perder un pedazo de su vida.
Aunque Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz y La Verónica limpia su rostro, Jesús caía una y otra vez en el camino al monte de Los Olivos, pero se recuperaba para caminar con la firmeza de su predica, del amor que abraza a los cristianos. Al llegar al fin de su calvario y el inicio de la vida eterna, Cristo es despojado de sus vestiduras y clavado de manos y pies, sobre el madero tallado de nuestros pecados.
En la cruz, pidió perdón por quienes le roban la vida corporal, entregó a su madre al mundo, compartió su sed de amor, y suspiró para despedirse temporalmente de los cristianos. Un hasta pronto que se decoró con el aplauso de los devotos que asistieron a la escenificación.

domingo, 9 de marzo de 2008

Desigualdad de género...

¿Es justo y necesario celebrar un día por cada genero?. Me lo pregunto porque ayer en el mundo, algunos, no pocos, celebraron el Día Internacional de la Mujer. Lo hicieron confundidos en un abrazo confuso, obligados porque alguien intitucionalizó esta fecha como la que las féminas debían sentirse orgullosas por ostentar este genero, como si fuera un título nobiliario. Le dedican veinticuatro horas en el año, cuando fácilmente pueden dedicarle los 365 días y hacer que cada uno de estos sea especial. No faltaron las llamadas telefónicas o los email llenos de frases prefabricadas, saludando a mamá, a la novia, la esposa, la amiga o la chica a quien algún galifardo quien caerle.
Pero, "por qué no se celebra también el Día del Hombre", inquirirá algún defensor de nuestro genero, molesto por la desigualdad de género que irónicamente dicen ataca a las mujeres, cuando esta celebración demuestra lo contrario. Las mujeres son homenajeadas porque algún tiempo atrás descubrieron que algunas de ellas son luchadoras, perseverantes, que valen oro. Pero algunas otras valen menos que nada y son aplaudidas por la misma razón que el primer paquete.
Los hombres también son luchadores y pueden valer oro, pero además tienen el don de ser m...da. No importa el género, sino la persona, para valorar que esta existe, que está entre nosotros. Las mujeres pueden ser tan detestables como los hombres, aunque las primeras traten de blindarse en la nobleza de su género, que debo decir no es exclusivo de ellas. Las feministas dirán que los hombres, y no las chicas, son por naturaleza los malos de la película grabada en un escenario distinto, de acuerdo a los ojos con que se miren.
Vale celebrar el día de tu cumpleaños porque festejas un año más de vida, rescatando las alegrías y suprimiendo las penas. Pero por qué celebrar el día de la mujer o el hombre. Acaso existe algún otro argumento que las bondades que se esgrimen también en el Día del Padre y la Madre. Entiendo que no. El día del Niño, del Trabajo, del Campesino y otros más, pienso, son inventos innecesarios, paridos en un rato de ocio.
Este post no trata de minimizar el valor de la mujer, porque existen dos a quienes amo incansablemente, dos mujeres por quienes canjearía mi vida siempre que ellas sean felices. Pero esta fecha confirma que existe desigualdad de género, y las víctimas son los hombres porque quedan postergados. Hoy, un día después del reventón de las chicas, también celebro que ellas existan. No es justo encasillarse un solo día para homenajearlas, pero sí es necesario recordarles cuán importantes son para nosotros, claro si en verdad lo valen...

miércoles, 5 de marzo de 2008

Primer día sentado

Prefiero sudar bajo el sol que nos quema a diario y latear en busca de notas periodísticas, a ser quien dé las comisiones sentado durante el día en una sala de redacción pasiva, distante a la velocidad y el calor con el que se trabaja en la calle donde el aire acondicionado no desprende este friecillo que me confirma lo gélido de mi primer día de trabajo como responsable (no soy jefe, son boludeces) de información del diario donde hace un año y siete meses decidieron contratarme. Después de idas y vueltas en la compañía, y ante la renuncia de una ex compañera, es que los jefes decidieron sentarme. No están banqueándome, pero si alejándome de la calle, pidiéndome que asuma la chamba que era de la Chuki.
Posiblemente este sea un diminuto logro en mi carrera como periodista. Dejando la exageración, diré que es sólo un paso más en este camino empedrado y fabricado de retos. Lo cierto es que permanecer alejado de mis fuentes periodísticas, del correr para treparse de una camioneta que nos llevará al notón del día, de joder con los colegas y algunos amigos, me entristece.
Me consuela saber que este trabajo es flexible, que podré regresar a la calle a latear y sudar al menos tres de los siete días de la semana, eso en el mejor de los casos. Me alegra saber que mis pocos amigos en el periodismo comparten lo que se supone debió arrebatarme una sonrisa producto de la felicidad por haber escalado.
Debo coordinar las comisiones y monitorear a los chicos, mis compañeros. La misión consignada es facilitarle el trabajo a los muchachones y complicar el mío. Ellos en la calle deben tener servidito, como lo hacía la Chuki, todo lo que necesiten para hacer bien su chamba y evitar las quejas. Si alguien necesita de un gráfico, yo lo consigo. Y si necesitan dinero para movilizarse al fin del mundo, también lo consigo. O si quieren confirmar un dato recogido en la calle, debo hacerlo también. Y así un huevo de cosas que van surgiendo en el día a día.
Hoy trabajé directamente con el editor. Seleccionamos las notas importantes que serían publicadas en la edición de mañana. Editamos las páginas después de recibir durante la tarde los textos, y coordinamos las fotografías que acompañarían la nota, de tal forma que ambos comulgen en un solo espacio.
Extrañé a los chicos: al chicho, la china, la pecas, al chipinopo, la chiva, y claro a los gráficos que me acompañan en la lateada diaria. Ojalá ellos también me hayan extrañado. ¿Que hay de novelas?, les diré con singular placer cuando los vea... Hasta ese día chicos, espérenme...