sábado, 6 de octubre de 2007

Última o penúltima?

Me pidió que lucháramos y continuáramos amándonos como sólo nosotros sabemos hacerlo. Amándola le dije "no". Oi llorar a su corazón, mientras el mío se olvidaba de vivir para el amor. Preferimos despedirnos, pero antes de decir adiós una promesa se colaba entre nosotros, gritándonos el uno al otro que siempre nos amaremos, que no saltaremos a ser un recuerdo.
Antes de confesarle que regresaría al pasado, le revelé mi temor por no volver a oir su voz decirme "te amo". Temía que aquella sea la última ocasión en la que charlaríamos, cuando prefería que sea la penúltima, y la siguiente continúe en la misma condición.
Me resistía a abandonar el lugar donde nos habíamos amado, pero de pronto alguien tocó a la puerta. Mi viejo llegó de la mano con el sol que supliría a la luna en la chamba de iluminar este mundo. Me saludó, abrazó y empezamos a empacar. La cama en la que muchas veces hicimos el amor, era desarmada junto a este corazón moribundo.
"Hoy se derrumba nuestro futuro, hoy me ahogaré en alcohol para olvidar que te amo, hoy también muero", decía un mensaje de texto que recibí de ella, mientras guardaba en el bolsillo mi cobardía y entregaba a la dueña de casa la llave que abrió la puerta a aquel pequeño cuarto que permitió amarnos y llegar a la luna.
¡Vamos carajo! me gritaba mi viejo desde la camioneta que me llevaría al pasado. ¡Adiós señora!, le dije a la tía del cuarto. ¡Adiós joven, cuidese!, me respondió con una sonrisa, la misma que escapó de mi rostro. Subí al auto y aquí estoy, muriendo reina...

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