jueves, 14 de febrero de 2008

Mentira, no es para amigos

El día se alista para terminar en el calendario, pero como muchos otros este planea aplazarse hasta el amanecer. Hoy tuve que escudarme en el cuento de aquel muchachón (o muchachona) que inventó que el Día de San Valentín es también para los amigos. Me aferré a esta mentira porque aún la soledad no me enamora, porque mis amigos me pedían abrazos y porque algunas amigas merecían ser abrazadas.
San Valentín fue un sacerdote dedicado a auspiciar matrimonios secretos en la Roma del siglo III. Es decir, fue un tipo ligado indisolublemente con el amor, nada de amistad. Esto último es floro. Por eso me animo de concluir que en algún momento en un año no precisado por la historia, alguien quiso consolar a un amigo lastimado por un amor y decidió sin consultarle a los demás mutar esta fiesta pintada con suspiros a un día donde también se debían ofrecer besos en las mejillas, no sólo en los labios.
Ayer por la noche acompañé algo desanimado a unos amigos a una serenata por el Día de la Amistad, otro invento de un grupo de tíos achorados, pero también encontre salpicadas (como las pecas de una amiga que también nos acompañó) a parejas de enamorados, abrazándose y jurando que el amor suyo es inimaginablemente inmenso. Oímos algunas baladas, salsa, cumbias, pero todas cantadas en homenaje al amor que palpita, al que desfallece y también al que fue sepultado. Nadie en el concierto sufría por haber perdido a un amigo, sino por la flaca o el tío que ya no abrazamos ni besamos bajo la luna cómplice.
Me llama por teléfono una amiga para charlar, pero me advierte que no celebraremos nada. Es entonces cuando propone que la fecha de San Valentín se fije después de las quincenas, un 16 o 17 de febrero, cuando hayan pagado, y no nos cojan misios. En fin, San Valentín terminó pero no el amor. Paciencia que el amor aún espera...

No hay comentarios: