domingo, 6 de enero de 2008

Ay chicas!!

Nadie se exitó, todos terminamos ahogados en carcajadas provocadas por la pésima (decir mala es ser generoso) elección de la china y la peke. Aunque la intención camuflada pero también descarada de los chicos que pagamos para contratar a una striptisera era rompernos el ojo durante la despedida de soltero del chato, aquella noche se convirtió en un show cómico donde irónicamente los protagonistas éramos nosotros mismos.
Una semana antes, cuando el chato empezaba a despedirse del mundo de los solteros, nosotros en la redacción del diario, tramábamos la noche en que aprovecharíamos la antesala al matri para chelear como locos, como si los homenajeados fueramos los organizadores. Pero amputarle la soltería al chato debía compensarse con una tía que no reparara en calatearse y hacer que el enano hiciera crecer su propablemente reducida extensión corporal.
Curiosamente quienes lanzaron la idea de contratar a la striptisera fueron las chicas del diario respaldadas por un minoritario pero entusiasta grupo de chicos. La respuesta del resto fue positiva, sin saber el desenlace de esta historia pintada de chocheras arriolas. Obviamente el chato no sabría de esta transacción hasta tener la sopresa entre sus manos. Y carajo, vaya que fue sorpresa.
Un tío con poses de sexy reprimido utilizaría sus encantos gastados con el tiempo para conseguir a la muchachona que alteraría las hormonas del chato, y obviamente las nuestras. Y aunque pan con pan no pega, entiendo que las chicas empujaban el carro de la morbosería por ver al chato medio calato, o calato. La pechuga, la rabadilla y la entrepierna quedaba para nosotros, los amigos del chato.
El don Juan no cumplió con la misión. El plan B era jalar a la amiga de una de las chicas que amablemente nos mostraría lo que su desgraciada ropa oculta en público. Pero finalmente se desanimó. Ello nos obligaba a un plan C, que en realidad era el plan A, pero con otros cazadores del calateo. Olvide decir que había llegado el día de la fiesta y a menos de ocho horas no teníamos la certeza que alguién nos alegaría la noche.
A estas alturas el chato era lo de menos, queríamos a la calata. Y como las chicas también compartían nuestra inquietud fueron ellas en busca de la musa de nuestros cuerpos deseosos de placer visual, porque la mayoría de los periodistas debía trabajar durante la mañana.
Las voluntarias de conseguir a la chibola de carnes jugosas era la china y la peke. Pero supongo que no entendieron bien el mensaje lanzado por nuestros rostros ansiosos. O quizás sí. La peke me contó (lo recuerdo con melancolía) que habían contratado en un nigh club a una rubia espectacular, de esas que te arman lo macho en una, sin pensarla. Los chicos, enterados de la proeza de los chicas, lo celebramos.
Al llegar la noche, el chato llegó al local, pero carajo la china y la peke no llegaban. Eso evidenciaba que tuvieron problemas para reclutar a la voluminosa -en teoría- chica. Y fue así, no nos equivocamos.
Quiero entender como consuelo que las chicas agotaron todos los planes desde la D a la Z, y del UNO al infinito para haber contratado a eso. Ayyy carajo. Ni siquiera era un remedo de mujer. En realidad parecía hombre. El Chus, un compañero del diario, no mentía cuando bromeaba y afirmaba que las piernas de la stiptisera eran identicas a las de un obrero fortachón, de esos que se mechán con la policía en las protestas del gremio.
El hallazgo semejante a los del arqueólogo Walter Alva pero descubierto por la china y la peke, apareció de pronto en medio de la oscuridad. Las luces apagadas nos liberaron durante los primeros minutos de un shock emocional. La sorpresa mantuvo su naturaleza, pero perdió a los admiradores anotados con los ojos cerrados.
Quienes nos sumamos a esta faena, esperábamos a la carnuda de la tía que la peke me prometió y que promocioné sin dudarlo. Pero mientras ella (era ella, aunque por ratos me convencía que era él) se acercaba al chato para despojarlo de sus prendas y hacerle mañucadas, empecé a resistirme a verlas, porque no era la tía carnuda, era una ¿mujer? que le había robado la cara a Toledo.
El Chus abrazado a la verdad y a la decepción nos decía que el chato aceptó el gestó nuestro convertido en martirio por no hacernos sentir mal. Es verdad Chus, le respondimos también decepcionados. Y es que el toqueteo con la tía, sólo le inspiraba al chato el deseo por sujetar fuerte su ropa. Quisimos rescatarlo pero era demasiado tarde.
La china y la peke escondidas tras un muro se reían avergonzadas por el desastre que provocaron. Sabían que su elección no fue la mejor, hasta que el Chus las liberó de las miradas pesadas.
¡Discúlpanos chato!, gritaba el Chus, mientras se preguntaba cómo podíamos seguir comiendo la parrilla al ver aquello que indudablemente provocaba nauseas. "Ella calza más que el chato", insistía el Chus, para quien la fortaleza física de la striptisera terminó por desnudar a un desmejorado amigo. Es cierto que el contrato incluía el calateo, pero por lo visto en los primeros minutos donde sólo se dedicó a arrojar cerveza y mostrar un brasierr "poco fino", rogamos para presincidir de esa clausula.
Debo confesar que es la primera despedida de soltero a la que asisto. Y aunque la historia se escribió con pincelazos de chistes, la despedida del chato fue gracias a todos un cague de risa. Con esto chato, de seguro que el matrimonio es lo mejor para ti. Suerte.

2 comentarios:

Claudia dijo...

TIENES RAZON :p, PERO COMO DIJO EL CHUS, SI HUBIERA SIDO BONITA NO NOS HUBIERAMOS DIVERTIDO, JAJAJAJAJA.

Rogger Erick dijo...

Cuando sea mi despedida de soltero, no me recomienden ni a la china ni a peque...