viernes, 2 de noviembre de 2007

Fueron cuatro, no dos

"Se acabó la sesión", fue la frase que utilizó antes de despedirnos con un beso en los labios. Minutos antes tomé sus manos entre las mías y luego las liberé como suelo hacerlo con nuestro amor. Lloramos porque no podíamos evitarlo y nos reprochamos el uno al otro nuestras pésimas decisiones que nos llevaron a tomar un yogurt separados por una mesa, después de dos meses de habernos dejado de frecuentar.
Le dije que el tiempo es un ocioso asesino del dolor en el pecho y que le ayudaría a liquidarlo. Me dijo que no era un juguete poco después que le propuse regresar, y tenía razón. Trataba de hablar de otro tema que no fuéramos nosotros y beber el yogurt cada vez que tenía deseos de llorar. La estrategia del yogurt funcionaba, así que opté por calcarla cuando sentía que me derrotaba la fuerza del corazón dolido, ese que el ocioso tiempo no mata.
No pudimos ocultar que deseábamos llegar a la luna saltando la línea del beso, pero el NO de la prudencia la detuvo a ella antes que mí. Luego me dijo que sería alguien especial siempre, pero no tardé en decirle que eso sería convertirme en un recuerdo alejado del presente. Le recordé que la amaba, y aunque ella lo sabía, lo oía y contenía las lágrimas que el corazón descarado no podía bajo aquel pecho que se mantenía distante al mío.
En algún momento llegamos a ser el punto de atención del lugar donde bebíamos el yogurt. "Todo lo que tienen que ver la señora por dos soles", me dijo tratando de explicar que no era necesario insistir en lo mismo.
Le pedí que fuéramos a la puerta cuando en realidad quería pedirle que visitáramos al señor que firma el papel para dejar el pasado en la misma condición y regalarme el presente con la reina. No se lo dije, porque ciertamente no era un juguete. Coincidimos en decirnos que aquella sería la última en que nos veríamos de cerca, pero luego reflexionó y dijo que posiblemente sea la penúltima.
No podíamos despegarnos de la silla que soportaba nuestra pena por alejarnos y darnos la espalda. Ella lo hizo y me dirigí por el mismo camino que ella tomó, pero de pronto dio la media vuelta, me vio, sonrió y partió... Por cierto reina, por el yogurt fueron cuatro y no dos soles, así que la tía cobró por soportarnos... HLLYR

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