miércoles, 12 de diciembre de 2007

Debo sepultarte...

La inspiración no huyó porque aún guardo frases bellas para ti, pero debo sepultarte musa porque me regalaste lágrimas y silencio, que entiendo también te acompañaron poco después de citar al dolor. Fue una cita forzada, es cierto, pero qué pasó con la fuerza del amor. Acaso no alimentamos lo suficiente las noches de luna, suelo preguntarme a diario con la partida del sol.
Arranco de mis ojos tus fotos para no atormentarme con la mierda de descansar al otro lado del mundo, un mundo que no es nuestro, porque quizás nunca lo fue. Corro para que el tiempo no me alcance y quiera lanzarme al pasado con sabor a luna, porque carajo, es pasado.
Debo sepultarte musa porque me lo pediste y un súbdito siempre cumple los mandatos de la reina. Debo sepultarte porque serán otros brazos los que te sujeten y regalen calor. Debo sepultarte carajo, porque ahora exploras la vida en busca de una alegría que no podré ofrecertela, porque tu altar se edificó en una zona minada por quienes también te aman, no lo dudes.
Hace poco te vi -pero no me viste- reír. Supongo que venciste la pena por algún chiste rojo. Ojalá sigas riendo, ojalá infles tus robustas mejillas como símbolo de la felicidad recuperada, esa que nunca más tendré entre mis manos porque debo sepultarte musa.
La esquina del teléfono, la banca del parque, la puerta del colegio, el paradero a casa, y la luna, vivirán como fieles y mudos testigos de un amor que agoniza, y que sepultaré a tu lado, en un ataúd suave como tu corazón gritándome te amo.
Cayo cuando quiero hablar, y así seguiré, porque pese a los golpes, debo sepultarte musa. Buen viaje reina. Vive para ti y muere para mí...

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