jueves, 19 de junio de 2008

Ellas también son floreras...

Quien ama lucha. Quien ama no huye. Quien ama soporta la golpiza que la vida se empeña en darnos cuando nos aventuramos a entregar la vida propia a quien nos roba suspiros, aprieta nuestro corazón e invade nuestras noches, incluso con los ojos cerrados.
En la vida he encontrado a mujeres (no recuerdo cuántas) que por regular tiempo juraban amarme. No reparaban en compartir la función de galán conmigo. Me decían que sacrificarían todo con tal de estar siempre a mi lado. Ese poder de convicción calcado en el discurso de todas las chicas, ciertamente me cegaban, me transformaban en un hombre pensante en un reverendo estúpido que idealizaba a las féminas.
Meses más, meses menos, y hasta años pasaron para que una a una, en diferentes épocas, me dijeran que otro tipo les gustaba, que agarraron con alguien en una fiesta o que de pronto amanecieron iluminadas y descubrieron que el amor se esfumó. Pero no sólo me convertí en cornudo repetidas veces, sino que pague caro mi estupidez. Creer en las palabras de las féminas floreras me regalaron algunas noches de lágrimas, y otras de arrepentimientos.
Con el tiempo entendí que de nada valía reprocharme la torpeza mía de creer en las palabras de una mujer. Y aunque son ellas, quienes dicen que son los hombres, quienes abusan de su género, he topado con algunas opositoras a esta maltrecha hipótesis.
Con el correr de los días, y después de sentirte morir, comprendes que de amor nadie se muere, como diría el improvisado filósofo y excelente canta autor Gianmarco. Pero además entiendes que ninguna de ellas te amo, como solían gritarlo en silencio, entre las paredes de una habitación, frente a sus papis con quienes cenamos, o con los amigos que seguramente se habrán burlado de ti cuando se enteraron que ella te dejó vestido y alborotado.
Existe una teoría callejera que quisieron forzarla en las estadísticas científicas que por cada hombre existen cinco mujeres en espera de ser conquistadas. Supongo que agoté mis posibilidades, atreviéndome incluso a excederme. Y quizás por eso, tenga que resignarme a mirar la espalda del amor. Pero lo cierto es que ninguna, absolutamente ninguna, me amo, porque fugó... CONTINUARÁ

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EL AMOR NO SE BUSCA...APARECE DE REPENTE!
PKDO

Anónimo dijo...

No olvides también a cuántas has dejado vestidas y alborotadas, con el mismo comportamiento que las féminas floreras... Todo da vuelta o me equivoco